Almas vibrantes

Hay almas que no caminan: danzan.

No hablan, cantan desde adentro, con una melodía que pocos logran oír, pero todos pueden sentir. Son las almas vibrantes, aquellas que desconocen el gris porque nacieron para colorear el mundo. Allí donde llegan, algo florece: una idea, un silencio, una esperanza.

Son intensas, pero no por gritar, sino por la profundidad de su mirada; no por lo que dicen, sino por la manera en que lo sienten. Vibran porque están vivas en todos sus sentidos, despiertas a lo que otros dejan pasar: al detalle, al instante, al alma ajena. No temen al dolor, lo atraviesan; no huyen del amor, lo abrazan. Donde muchos se apagan, ellas arden.

Un alma vibrante no siempre brilla en las multitudes. A veces es silenciosa, serena, como una vela en medio de la tormenta. Pero incluso ahí, su luz tiembla con la intensidad de lo eterno.

Vibrar es amar sin medida, llorar sin miedo, reír con todo el cuerpo, sentir el universo en un suspiro.

Quien posee un alma vibrante no simplemente pasa por la vida: la transforma.


Wenpaboss

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